Nos dicen los
evangelios (Palabra de Dios) que habiendo nacido Jesús en Belén se acercaron a
dorarle tres reyes magos venidos de Oriente. Habían llegado hasta muy cerquita
de Belén pero al fallarles el GPS marca “Estrella” se vieron en la necesidad de
buscarle al modo antiguo.
Siendo como eran,
reyes, queda claro cual podía ser su nivel de inteligencia, y por esa razón no
se les ocurrió otra cosa que ir a buscar al Rey de Reyes al palacio de Herodes
(la nobleza solo sabe desenvolverse entre los de su clase, el resto es como si
no existieran).
Tras golpear la
aldaba palaciega (200 Kg
de bronce colgados a mano) debió entablarse un diálogo parecido al que sigue.
-Mande –Dijo el
portero.
-Buenas. Perdone
que llamemos a estas horas pero estamos buscando al Rey de Reyes. Al Mesías
–Soltó Baltasar, que al ser negro pillaba en todo.
-Aquí no está. Este
es el palacio de Herodes.
-Pero –balbuceó
Gaspar
-Que sí, coño. Que
aquí vive Herodes. Ni Rey de Reyes, ni Mesías. HE,RO,DES.
No me extenderé en
los dimes y diretes que se llevaron a cabo entre unos y otros hasta que se
abrieron las puertas y pudieron entrar. No comentaré los exabruptos que soltó
Herodes, pillado a medio coito con una esclava que estaba para mojar pan. Ni me
extenderé en las explicaciones, gratuitas todas ellas, que le dieron los reyes
a Herodes. Lo importante es lo que masculló y maquinó éste cuando los Magos se
fueron a echar una cabezada.
“¿Un rey? ¿Un rey
para echarme del trono? Ahora resulta que ha nacido un niñito que me va a
levantar el trono. A mí, a Herodes el Grande. Y una mierda. No ha nacido hijo
de madre que vaya a levantarme el culo de la silla. ¿Me estará esperando
todavía Ruth? La he dejado a medias y esto es malo para mi digna reputación. No
te desvíes, céntrate. ¿Qué hago? ¿Me pongo a buscar por todo Israel hasta que
lo encuentre? Imposible, habrá hecho el servicio militar para entonces. ¡Ya
está! A grandes males grandes remedios. Mandaré al ejército y que mate a todos
los varones primogénitos de menos de dos años. Es mejor prevenir que curar. De
paso le doy un retoque a la demografía, que estos judíos lo hacen a pelo y se
reproducen como conejos”.
Esta es, más o
menos novelada, la presentación de los hechos. El cruel Herodes mandó matar a
todos los primogénitos y para ello contó con la eficacia y rapidez de su
ejército. Pero Dios, y aquí viene cuando no cuadran las cosas, mandó a un Ángel
para que avisara a la Sagrada Familia de que iban a por ellos. Mandó a un solo
Ángel a que advirtiera a una sola familia de que salieran de allí por piernas,
que las cosas pintaban bastos.
Y yo, descreído
como soy, me pregunto: Y por el mismo precio, ¿No podía mandar un aviso global
para que pillaran al menor número de primogénitos, o ninguno? Aunque entonces no existieran el E-Mail y las
listas de correo, entiendo que en el cielo debe haber Ángeles como para
hartarse. ¿Qué estaban haciendo: huelga, una fiesta? Igual estaban preparando
un concierto de Gospel y no terminaban de acoplar todas las voces. Pero da lo
mismo, ¿No es Dios el jefe, el que manda, el que todo lo puede? ¿Por qué razón
mandó un solo ángel a salvar a un solo niño pudiendo salvarlos a todos?
Entiendo que a
nivel terreno uno salve primero a su hijo (o a sí mismo, que en este caso es
igual por lo de la Trinidad) y los demás que se jodan; y aún y así, caso de
tener tiempo, todavía intentaría salvar a algún otro: el de la vecina del
cuarto, por ejemplo. Pero es que estamos hablando del Dios Uno y Trino (poca
broma) no de un pamplinas de Matalascabras del Burgo.
¿Cabe la
posibilidad de que Dios, en su infinita sabiduría y tan enemigo del aborto,
considere que el infanticidio es menos cruel? Permítanme dudarlo, Él defiende
el sexo a pelo y para la procreación, nada de lascivia que eso diluye el
cerebro, casa del alma.
Algún misterio, que
nos está vetado a los humanos descubrir, debió esconder un acto de tanta
crueldad. Condenar a tanta criatura no bautizada a un Limbo en que pasarán la
eternidad de los días, preguntándose qué de malo hicieron ellos para desaparecer
de ese modo.
Pero dada la
crueldad de los hechos también cabría preguntarse si aquel acto de dejación de
auxilio (hoy tipificado en el código penal), no escondiera una prueba de su
carácter psicópata y sádico. No quiero ni pensar en que Dios, nuestro Dios y el
de todos los hombres, anduviera escondido tras un nube cualquiera degustando
las mieles de la decapitación, del cercenar de miembros, de la sangre fluyendo
por las calles como riachuelos rojizos, de los gritos y los llantos, del brillo
de las espadas y el sordo sonido que emiten al dar en hueso… Y un coro de
Ángeles, ya con las voces conjuntadas, cantando detrás de Él aquello de
“Benedictus qui venit in nomine Domini. Hosanna in excelsis”.
Es terrible, pero
es una opción. Los designios de Dios son inescrutables.
1 comentario:
Una infancia en la que mi cerebro, entonces infantil, absorbió toda la historia sagrada; amén de liturgia y otras cosas que me permitieron conocer al enemigo de primera mano.
Pronto tocará comentar el cacao trinitario y la virginidad de María.
Un saludo.
Publicar un comentario