viernes, septiembre 03, 2010

Dudas bíblicas

Desde tiempo inmemorial grandes pensadores, eclesiásticos, teólogos e incluso cómicos se han planteado una gran duda bíblica: ¿Tenía ombligo Adán? La pregunta no es trivial, no se vayan a pensar. Si partimos del hecho de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza hemos de pensar que Dios tiene ombligo. Si por el contrario pensamos que esa marca es producto de la unión del cordón umbilical entre el neonato y la madre, habremos de deducir que Adán no tenía ombligo ergo Dios no tiene ombligo ergo ¿Qué coño de marca estúpida nos deja Dios que nos diferencia de él? ¿Es un error de diseño? ¿Es su modo de preservar el hecho diferencial Dios, hombre? No sufran, no pienso entrar en ese tipo de polémica para la que me faltan estudios, tiempo y ganas. Sí quería plantear otra duda, en cambio. Tal vez menos arraigada que la otra pero que dado el cosquilleo que a uno le asoma a veces, tiene mucha importancia para mí: ¿Creó Dios a Adán con deseo sexual?  Y no me digan que no se han planteado eso mientras su otro yo se dedicaba a vivir su vida ajeno a ustedes.
Por lógica deberíamos pensar que Dios todopoderoso creó a nuestro ancestral padre sin la opción del deseo. Lo digo porque no me imagino a Dios haciéndole esa jugada al primer humano: Sólo en el Edén. Rodeado de animalitos machos y animalitos hembras que retozaban en libertad, cada cual en su tálamo. Sabiendo que la zoofilia no debía ser algo muy aceptado por el Señor e incapaz de practicar el onanismo, no solo porque a esas alturas ya debía ser pecado sino porque además a Onán le quedaban unos cuantos años para nacer.
También a alguno le puede dar en pensar que sí, que el deseo ya imperaba en nuestro primer padre. Pensar eso, y perdónenme, es aceptar que la mala leche de Dios es tan infinita como él mismo, porque a ver, si el Todopoderoso es omniscente, todo lo ve y todo lo sabe, conoce de antemano que el pobre Adán va a moverse por el Edén como el dios Príapo, falso por cierto, y las va a pasar putas cuando al cruzarse con cualquier hembra su macho le diga - ¡Eh! Chaval, búscate una de tu especie que esta ya está ocupada – todo ello acompañado de gruñidos y ostentación de dientes.
De todos modos la realidad debe ser más simple: Un sencillo error del Casi-Todopoderoso (si comete esos errores no le adjudicaremos el doctorado) ya que no hemos de olvidar que Él no está casado, y con sus compañeros de Trinidad no puede contar, cometería zoofilia o incesto.
La realidad última, le otorgara o no el deseo sexual, fue que Dios se dio cuenta de que no era bueno que el hombre estuviera sólo y le suministró una esposa, un modo como otro de enmendar su error o despiste. Pero como debió sentir envidia les preparó una trampa desde el principio: Fornicarían sí, pero a cambio habrían de pagar un alto precio. Pero eso ya forma parte de otra historia.

No hay comentarios: