Nadie entiende que un músico se atreva a reinventar el ritmo ni que tenga los santos cojones de mantener a la gente en un estado de alta ansiedad sin resolver el problema.
Hubo de pasar un tiempo para que el mundo pudiera digerir esa brutalidad que tiene como base lo primitivo del ser humano.
He de reconocer que a mí me llevó cerca de un año digerirla. Eso sí, llegado a ese punto puedo reconocer que me sigue excitando más que la mayoría de cosas de este mundo.
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