lunes, mayo 31, 2010

PUZZLES

A veces pienso que por dentro somos como un puzzle.
Existen tantos puzzles como humanos y entre ellos los hay tan infantiles que apenas contienen unas pocas piezas, se montan enseguida y aquello que se construye es lo es y no hay más. Son los que pertenecen a esas personas simples que no aportan nada a la vida, ni a ellos ni a los demás. Gente que ha envejecido antes de crecer, que llegado un momento ya no dudan de nada porque se quedaron parados en ese instante. Viven una no vida de dejarse resbalar por ella sin actuar y sin sentir.
 Los hay complicados, de miles piezas, con grandes trozos de un solo color en los que encajar una sola te lleva incluso días. Los individuos que contienen en su interior ese tipo de puzzle son los importantes, son las personas reto, para la gente cercana y para ellos mismos pero tienen un problema, no pueden encajarse todas las piezas ellos solos, necesitan ayuda de los demás, de amigos, de amantes, de gente que desee tomar en sus manos una piececita y hurgar hasta encontrar su lugar.
Lo hermoso es cuando se ve cada parte terminada, es hermoso para quien participó del montaje y lo es también para el propietario ya que le descubre una parte de él mismo que muchas veces desconocía que existiera o que pudiera ser de aquel modo.
Esa es una de las potestades y deberes del que ama, la capacidad de completar los trocitos de color en los que el amado pueda acabar reconociéndose o incluso arriesgarse a poner alguna de las piecitas que ni sabia que andaban por ahí escondidas. Es como si a cada trozo terminado cayera una capa como de cebolla que despejara algún enigma del amado de manera que se reconociera mejor ante su enamorado y ante él mismo.
De ese modo y a medida que todo va encajando y las capas caen hasta la desnudez más absoluta, esos individuos  se vuelven más hermosos, más seguros de sí mismos, mejores en suma. Y todo ello simplemente por montar un puzzle de vida, de amor, de defectos y virtudes con el ánimo que aporta el cariño. 

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