lunes, octubre 04, 2010

Niños, a comer

No debemos engañarnos más. Vivimos en una perpetua ceguera y en un completo olvido histórico. Ser del Norte rico, del Occidente opulento, nos ha convertido en seres totalmente estúpidos y arrogantes. En el fondo somos la peor ralea de “puta” (y perdonadme las obreras del sexo ya que uso el término en su peor acepción peyorativa que no va con vosotras) ya que nos han comprado hasta el alma a cambio de abalorios, falsos ídolos y barrigas repletas.
Remitiéndonos a Quino, gran cronopio, nos damos cuenta de que no somos sino vulgares Susanitas. No queremos enteramos absolutamente de nada de lo que sucede a nuestro alrededor.

 

Estas dos tiras sintetizan de un modo terrible lo que sentimos por los desarraigados del mundo, de cuya situación somos totalmente culpables.
¿Nos extrañamos entonces de que nos odien cada vez más? ¿Nos parece una aberración que esos “negratas”,”sudacas” o “moros” a los que gentilmente acompañamos del adjetivo “mierda”, nos invadan? Lo que es realmente extraño es que no nos asesinen directamente. Lo raro de verdad es que no aparezcan más y más grupos de desesperados que sobrepasen el odio hasta llevarlo a la acción práctica de eliminación de aquellos que les han llevado hasta la miseria en la que se encuentran.

Sólo unos datos:
Para erradicar el Hambre serían necesarios treinta mil millones de Euros anuales. Si contamos que en el año 2008 los presupuestos militares de los diferentes países superaba el billón de Euros, destinados en muchos casos a protegerse de o a subyugar a países con malnutrición es sencillo deducir una de las partidas desde la que se podría paliar ese problema.
El modelo neo-liberal nos quiere hacer tragar que necesitamos producir más alimentos lo cual es absolutamente falso. Fabricamos alimentos para 12 mil millones de personas, el doble de lo que precisamos. En Estados Unidos el 40 por ciento de lo que se adquiere para alimentación, va a la basura. La proporción no es muy distinta en los países europeos ricos. Inaceptable e insostenible desperdicio. (Fuente: Gustavo Duch, coordinador de la revista Soberanía alimentaria. Biodiversidad y Culturas)
El ejemplo de Haití: La ayuda fundamental ha sido el arroz procedente de los Estados Unidos. Era producción excedente que ha permitido al Gobierno recuperar buena parte de las subvenciones dadas a los grandes productores. Paradójicamente, los silos de Haití están llenos de arroz local que no se puede vender al no poder competir en el precio. El arroz de las ayudas es gratuito. El arroz local si no se paga, significa la ruina para los campesinos. ¿Por qué no se compra el arroz producido en Haití y luego se distribuye gratuitamente? Porque entonces los gobiernos no podrían recuperar las subvenciones. En otras palabras, las catástrofes son una oportunidad de negocio. ¿Y los campesinos locales? Pues eso. (Fuente: Gustavo Duch, coordinador de la revista Soberanía alimentaria. Biodiversidad y Culturas)
Realmente es cierto que los pobres del mundo sobran. Lo único que necesitamos nosotros son sus tierras y sus recursos, ellos pueden morirse en paz y molestar poco.

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