jueves, marzo 11, 2010

ARS LONGA VITA BREVIS

Todos conocemos la preciosa fábula de la cigarra y la hormiga. Todos sabemos que la pobre hormiga trabajó duramente para tener comida durante el invierno mientras la cigarra se dedicaba a cantar y cantar. Como tantas otras veces esta historia también terminó mal, ya que la hormiga se negó a dar de comer a la pobre y cantarina cigarra condenándola a la muerte. Fin de la historia.
Si algo es atribuible a las fábulas es que guardan una moraleja. Cosa bonita de guardar. Esta no iba a ser menos y su moraleja, la que nos han forzado a entender, es que para comer debemos trabajar.
¿Hemos pensado alguna vez que esa sea la lectura correcta? Mentiría si dijera que yo pensé que podía ser otra. Mentiría sobre todo porque me la enseñaron en la escuela y después yo la olvidé a ella y a gran parte de sus contenidos. Pero ahora, al cabo de los años, me dí en pensar que tal vez la idea de Esopo, la Fontaine y Samaniego no fuera exactamente esa. La lectura también podría ser la que propongo a continuación.
La hormiga trabajaba durante el verano, duramente, pero lo hacía acompañada por el canto de la cigarra, la artista. Mientras la una dedicaba su tiempo al  esfuerzo físico, la otra se esmeraba en ofrecer su arte para que el otro trabajo fuera menos duro. ¿No era cuantificable el trabajo de la cigarra? Todo su esfuerzo iba encaminado a mitigarle a la otra el calor y el cansancio.
Visto de ese modo la moraleja cambia. Nos cuenta que al artista no se le valora por lo que aporta. Entregado a su tarea de crear no dispone de tiempo material para recoger otro alimento que el que sale  de su interior. Es entonces cuando la hormiga se torna más humana y la desprecia condenándola a la muerte. La pobre hormiga cae en la soberbia y olvida que gracias al esfuerzo de la cigarra menguó algo su mal vivir pero no acepta pagar por ello. Al final da a entender que solo lo material prevalece y que el arte es solo para suicidas que no saben aceptar que la realidad es lo otro. 

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