Hay algo a lo que doy vueltas y no termino de entender por días que pasen y es que nadie se de cuenta de que mientras los cuerpos de seguridad del estado español se comporten como perros bien alimentados al servicio de los privilegiados, en vez de hacer el que debería ser su trabajo: "Defender a los ciudadanos y a ellos mismos contra cualquier tipo de abuso” (y a lo que nos somete la casta política casposa lo es); las probabilidades de un estallido popular se incrementarán cada vez más.
¿No ven a donde va a conducir eso? Con actuaciones como esta de Valencia, o la de la Plaza del Sol en Madrid, es lógico que se produzca un incremento de las protestas en la calle. ¿Qué harán entonces los señores de las fuerzas represivas de esta ridícula democracia? Imagino que incrementar los golpes, incrementar las listas de gente no afecta a la derecha casposa, aumentar los controles y la represión…
Pero no somos la Alemania en la que venció Hitler con casi el mismo porcentaje de votos: un 30%. Los hispanos somos poco dados a que nadie nos diga por donde debemos ir, que ropa debemos vestir o que pensamientos debemos tener. No somos demasiado tolerantes con la autoridad, sobre todo cuando ésta no tiene como base el respeto sino la bota militar y la pistola en la sien. Nosotros, a diferencia de los alemanes, somos de pensamientos más castizos: “O follamos todos o la puta al río” (y perdón por el exabrupto), o lanzamos frases más escuetas pero de significado atroz como el célebre “Via fora” de los barceloneses.
¿Qué sucederá cuando en vez de un instituto sea todo el sistema educativo el que se lance a la calle? ¿Qué sucederá en Sol cuando no haya cien personas a las que apuntar en sus listas negras, sino veinte o treinta mil? ¿Qué harán la próxima vez que los ciudadanos salgamos a ocupar la calle como protesta por no desear ir a ese abismo al que nos quieren echar sin tener ninguna culpa? Imagino que sus ordenes serán concretas (a la derecha casposa no la chulea nadie, no en vano han estado gobernando con mano dura durante demasiado tiempo) y se basarán en aquello que dijo en su día el ya fallecido Manuel Fraga: “La calle es mía”.
¿Qué harán entonces los cuerpos represores del estado? ¿Disparar? ¿Golpear hasta matar? ¿Detener a la gente y torturarla para instaurar el terrorismo de estado?
Yo soy de la opinión de que es una mala solución empezar a darle mártires a una población como la hispana, y sino al tiempo. Pero no es esta la conclusión a la que quería llegar. Es esta otra:
¿Vale la pena, por un sueldo mísero, acatar ciertas ordenes venidas de alguien al que ni ellos ni nosotros les importamos en absoluto? ¿Vale la pena, por un sueldo vergonzoso, llevar en la conciencia ciertas cargas éticas? No quiero ni imaginarme a un policía apaleando al amigo de su hijo o a la mujer de su vecino; aunque si es un sádico todo es aceptable. Solo espero que los cuerpos represores del estado decidan comportarse como ciudadanos tan maltratados, o más, que el resto de nosotros y guarden sus armas. O mejor, que se den la vuelta y las enseñen a quien realmente nos está haciendo daño.
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1 comentario:
Gracias, David.
Aunque en este caso, salvo los realmente Peperos nazionalcatólicos de caspa añeja, todo el mundo han de sentir una sensación de vómito ante actuaciones tan cobardes y vergonzosas.
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