Decía
Lucas que cada día es igual. Tal y como entran por la puerta, con
esa mirada entre esquiva y chulesca, propia del acomplejado que tiene
algo que esconder, se encierran y ponen en marcha su obsesión: vamos
a ver el Blog de Manel...
Día
tras día, mes tras mes. En un vano intento de imitación del día a
diario.
Me
comentaba también que, por suerte, se había reducido la cantidad de visitas.
Según él porque algún perro sobrante hubiera desaparecido y
encontrado más tarde colgado en los árboles del parque que hay
frente a sus locales.
Pero
mientras me mostraba todas las estadísticas yo le hacía ver que sí,
se había reducido el número de visitas pero en cambio se habían
profundizado.
-¡Coño!
-Exclamó cuanto cayó en ello- Si siguen hurgando de ese modo
terminarán viniendo a casa a comerme el rabo.
Un
mal hablado ese Lucas. Pero no es mal tipo a pesar de la manía que
le ha entrado por preparar no sé qué datos para que afloren cajas negras que se pasean... Yo no le hago caso, alguien que bebe como él
lo hace es normal que termine hablando de modo incongrüente.
A ver que dice Pau, nuestro médico y Jaume, el abogado. Pero pinta mal.
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