jueves, mayo 17, 2012

¿Es respetable la Policía española?



Lo de ayer fue en clave de chiste. Espero que me perdonéis por ello. Si lo hice así fue llevado por la necesidad de superar el asco, la indignación y la vergüenza que sentí al verlas. Ahora, más centrado, puedo hablar de ello en otro registro.

Es totalmente indignante que un individuo por el mero hecho de pertenecer a las fuerzas de seguridad del estado, ir armado y camuflado, se permita ese abuso de poder, esa agresión casi sexual. Es indignante que los individuos que rodean a ese energúmeno le permitan cometer dicha agresión, protegiéndole además de terceros. Con ello queda claro que esa actuación anula el poco respeto que pudiera quedarnos del estamento policial. De otro lado deja claro cual es el camino que desea tomar el PP: campar a sus anchas por España pisoteando cualquier derecho y ofreciendo carta blanca para que cualquier sádico salido, por el hecho de llevar arma y uniforme, abuse de quien le plazca. Porque la responsabilidad final no es del enfermo que agrede, la responsabilidad final es de aquellos que, pudiendo, no cortan el problema de raíz.

¿Qué representan unas imágenes como estas? Para cualquiera que tenga pocas luces y un nulo conocimiento de la Historia reciente de España y de Europa está claro que nada. Un hecho aislado, un “seguro que se lo merecía”, un “leve abuso de fuerza de cuatro minutos”… No nos equivoquemos amigos, lo que representa esa acción como anulación de libertad, como abuso de poder es tan grande como la desvergüenza de nuestros políticos.
Porque ¿Qué vendrá después si eso puso cachondo al policía sádico? Igual le apetece coger a otra mujer y meterla dentro de una lechera para sobarla a gusto. Igual, ya puestos, le apetece violarla un poquito porque para eso tiene impunidad y la ley le ampara. Igual los compañeros, viendo la facilidad del hecho, deciden sumarse a la fiesta. Igual no es suficientemente cómoda la lechera y prefieren llevársela a otro lugar para estar todos más cómodos. Igual, además de violarla entre ellos, les apetece apagarle cigarrillos por todo el cuerpo, o meterle picana eléctrica, o darle palizas, o cortarle los pechos o utilizar ratas o alambre o machetes o barras de hierro… Si conocéis como trabaja la policía allí donde tienen impunidad sabréis que el límite de la depravación está más lejos de lo que somos capaces de imaginar.

Dado que los políticos del PP que nos “mandan”, que no gobiernan, no van a mover un dedo para reparar este tipo de situaciones ¿Qué nos queda a la ciudadanía? Una opción en la que habrán pensado muchos puede ser: abandonar las premisas pacifistas y salir a defendernos de ellos con sus mismos métodos. No me digáis que no, hasta yo, viendo las imágenes, he sentido ganas de rajar vísceras.
Pero… (Siempre hay un pero), estad seguros de que la intención final de los nazis que nos gobiernan es precisamente eso, que nos pongamos al nivel de sus perros amaestrado y uniformados y nos lancemos a morder. Tremendo error. Si se cae en esa trampa, las fuerzas perrunas nos golpearan igual o peor, la ciudadanía se pondrá en evidencia para que proliferen las webs de delación y el PP, raudo y veloz, legislará o modificará leyes y constituciones para suprimir la voz del pueblo. Así actuó Hitler, su ídolo, que corrió para redactar la famosa “Ley habilitante de 1933”. No caigamos en esa provocación, en la medida de lo posible.

¿Qué podemos hacer entonces? Tristemente no podemos hacer otra cosa que lo que ya hacemos hasta ahora: grabar todo lo que podamos, grabar cada actuación policial, cada golpe, cada agresión, cada abuso. Intentar grabar el máximo de sonido. Intentar que nadie quede totalmente a solas en mano de esos enfermos uniformados. Intentar recabar toda la información posible para hacer dos cosas con ellas:
- Una. Publicarlas en la Red y hacerlas correr en tantos lugares como sea posible, desde Australia a Japón, desde Ciudad del Cabo a Alaska, de manera que hasta Dios sepa qué se entiende por libertad en este mísero país. Que vuestras familias sepan realmente con qué clase de fascistas se están jugando los cuartos.
- Dos. Interponer tantas demandas judiciales como sea posible mientras quede un mínimo de libertad, al menos sobre el papel.

Termino con una reflexión: Podéis golpear, podéis pisar, podéis ponernos una pistola en la sien; conseguiréis nuestra sumisión, pero jamás nuestro respeto; porque solo se respeta aquello que es respetable y vosotros, con actuaciones como esa, no lo sois.


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