miércoles, septiembre 07, 2011

Felip Puig y las “nacionalidades” delictivas

Leo con estupor la siguiente noticia: Felip Puig dice que hay nacionalidades con tendencia a delinquir y tras leerla me siento en el sillón de pensar.
Al cabo de un par de minutos he llegado a su misma conclusión y, francamente, si solo me parara en lo poco que nos cuenta él, incluso permitiría dar un paseo a mi xenofobia. Me comportaría entonces como un albaceteño que hace unos tres años me soltó en medio de una conversación: “A los negros que vienen en pateras a quitarnos el trabajo, deberían hundirlos en el mar y que se ahogaran” (No se sientan identificados todos los de Albacete ni todos los del PP. Hablo solo de un ejemplo individual vivido por mi).
Hasta aquí la síntesis de un sentimiento que podría aflorar si solo nos basáramos en lo sintetizado y limitado de las palabras del señor Puig. Limitadas sus palabras, entendedme, no juzgaré sus otras limitaciones, que desconocemos todos.
Pero… Y aquí es donde entra Manel con sus neurosis: qué pasaría si analizáramos esas palabras un poco más, o intentáramos verlas desde otro punto de vista. Porque claro, tal como las dice él, parece que esté aplicando una buena cantidad de los once principios de Goebbels. A saber: 


1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
10.Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

Continúo. ¿Qué pasaría si decidiéramos cambiar el prisma de visión del señor Puig y pusiéramos otro basado en otra vara de medir? Podría ser, por ejemplo, uno que tuviera en cuenta “el nivel de riqueza de esos países exportadores de delincuentes”. Pienso que si lo hiciéramos así veríamos que el problema no reside en un posible “gen”, modificado, del país que delinque; sino en la diferencia de oportunidades económicas, educativas y sociales de cada nación. Nos daríamos cuenta de que esa delincuencia tiene más que ver con la dicotomía pobreza-riqueza que con un capricho geográfico, como él argumenta. Y ojo, que no quiero decir con eso que no haya quien decida ser delincuente simplemente porque “le salga de los cojones”, que de todo hay en la viña del Señor.
A pesar de ello, creo que el señor Felip Puig haría bien en detallar un poco más las causas y no quedarse simplemente con las consecuencias. Si lo hace así, lo único que genera es un incremento de la xenofobia. Pero, ¿Y si es eso lo que quiere? Igual resulta que es bueno para sus intereses hacerlo del modo que lo ha hecho. Si intentamos ponernos en el cerebro de nuestros políticos, igual vemos que, al hacerlo de ese modo, desvían la atención sobre quiénes son los verdaderos delincuentes: Bancos, Mercados, multinacionales, los tres de la foto de las Azores… Los generadores reales de la miseria que provoca que mucha gente marche a delinquir a otros países.
Solo un apunte final antes de terminar, que me he extendido demasiado: ¿Qué sucederá cuando,  y corrupción de nuestros políticos (los de toda Europa, que aquí no se salva nadie), alcancemos, si nadie lo remedia, el mismo umbral de pobreza de aquellos que nos “invaden”? Porque, a poco que lo penséis, es a donde nos están llevando. ¿A qué país emigraremos entonces a delinquir nosotros, robando cobre y pan para nuestros hijos? Entonces, amigos, ya no quedará ninguno y no habrá vuelta atrás. Simplemente una lucha por la supervivencia.
Esperemos que ese momento no llegue.



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