Ayer sí que hubo despliegue de medios. Ayer sí que fue posible ver y oír en todos los noticiarios de todas las cadenas del sistema el clamor de la indignación. Y es que ayer, en Barcelona, se produjeron una serie de incidentes que, si no ponemos remedio, marcarán un antes y un después en lo que comenzó como un hermoso sueño y puede terminar en simple pesadilla.
No deseo entrar en el chiste fácil de decir que los políticos catalanes se unen al movimiento; ya que es la primera vez que se les escucha decir “estamos indignados”. Para ser sincero esa era mi primera intención, que la entrada fuera un divertimento. Pero lo que ha sucedido y las palabras que han dicho los parásitos políticos me ha hecho replantearme la idea inicial.
Yo sintetizaría lo sucedido ayer de un modo muy simple: se ha perdido credibilidad de cara al resto de ciudadanos y se ha dado carta blanca (así lo han hecho saber los políticos) para legitimar las actuaciones policiales a partir de ahora.
Conclusión: una cagada de proporciones tremendas y la confirmación, una vez más, de lo que decía Albert Einstein “La estupidez humana es infinita”.
A pesar de que considero que las grabaciones que se hicieron son muy necesarias, la certeza es que por mucho que queramos rasgarnos las vestiduras mostrando en vídeo a la policía infiltrada y su simulacro de provocación, las imágenes que verán la mayoría de personas del país serán las de las cámaras de los medios del sistema. Es así de simple, ya que la incultura general provoca que se crea a pies juntillas lo que dicen los medios y el analfabetismo informático no les permite contrastarlas.
El error de verdad, el que nos resta fuerza y se la da a ellos, ha sido acercarse a los políticos que iban a pie. El estúpido error ha sido marcarles con pintura, cerrarles el paso, escupirles e insultarles. ¿Nadie vio que era una provocación? ¿Nadie quiso entender que era un montaje ante las cámaras de televisión? ¿Nadie se dio cuenta del falso miedo que esgrimían en sus caras mientras las cámaras grababan todas las acciones?
Lo realmente útil, dado que se había decidido cercar el Parlament (yo lo considero otro error), hubiera sido darles la espalda a todos y cada uno de ellos. Esas espaldas les hubieran dejado indefensos, ante las cámaras y ante el mundo. No como ahora, que tienen carta blanca y aceptación por gran parte de la ciudadanía para actuar en consecuencia. Nos comportamos como verdaderos imbéciles.
Claro que nuestra estupidez viene de nuestra ignorancia, de pensar que ellos piensan como nosotros, cuando la realidad es que ellos nos llevan la ventaja de haber mandado durante mucho tiempo. Con los sucesos de ayer les hemos puesto en bandeja la posibilidad de utilizar, al menos, dos de los principios de Goebbels (al final de la entrada). Y, creedme, utilizarán todos y cada uno de los once para sacarnos de en medio.
Si no somos capaces de mantenernos dentro del más estricto pacifismo, si no somos capaces de ejercer una desobediencia totalmente pasiva y pacífica ante sus provocaciones; nos harán entrar en su juego. Desde el momento que devolvamos sus golpes entraremos en la espiral del “ojo por ojo” y eso, como decía Gandhi, nos dejará a todos ciegos.
Esta es mi modesta opinión.
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LOS ONCE PRINCIPIOS DE GOEBBELS
(Ministro de propaganda a la Alemania nazi)
1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".
4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
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