Felip Puig, en una entrevista a la Vanguardia, deja claro su nivel de inteligencia. Ese caballero, al que no va ha hacer dimitir ni el santo Padre, deja una gran frase para la Historia cuando dice "Ha habido un exceso de simpatía intelectual con los indignados”.
Dicho así parecerían las palabras de alguien con pocas luces o escasa inteligencia y para ser sincero, preferiría mil veces que la causa fuera su poca ilustración a que las haya dicho por lo que yo pienso. Os cuento.
Lo primero que hace cualquier sistema totalitario, sea del color que sea, es depurar y eliminar a los “intelectuales”. Es un hecho que podemos confirmar mirando en las dictaduras franquista, argentina o chilena; en el régimen que instauró Pol Pot en Camboya; en la Alemania de Hitler o en la Unión Soviética de Stalin y posteriores.
¿Cuál es la razón que les lleva a actuar así con ellos? Porque todos esos gobiernos les temen. Temen a la cultura tanto como una beata al rabo del diablo. Y la temen porque en la intelectualidad se da algo que es intrínsecamente malo para sus fines: pensamiento, razón y criterio. Los intelectuales, artistas, ilustrados en general, tienden a pensar más allá del adoctrinamiento de las masas. Son especímenes extraños que prefieren leer y pensar en vez de ver “gran hermano” y sucedáneos. Por si estos defectos no fueran suficientes tienden, además, a tomar partido ante situaciones infames. Cosa que se confirma con la frasecita del señor Puig.
Yo me pregunto ahora ¿Qué tienen en la cabeza el señor Felip Puig y sus compañeros de casta? No es una pregunta trivial.
De momento hemos visto como se las gasta un gobierno que se proclama democrático pero cuyos integrantes se consideran intocables. Conocemos en nuestras carnes la facilidad con la que golpean democráticamente al pueblo, como si fuéramos sus súbditos.
Si en EEUU, país democrático donde los haya, se puede montar un Guantánamo más allá de toda ley y toda ética, sin que el mundo mueva un dedo; qué impide a estos, nuestros gobernantes, legislar los campos de concentración o las desapariciones sin explicación alguna. Qué les impide, si nadie se lo impide, cargar sus armas con balas mortales y masacrar a aquellos que les dan de comer pero les son molestos.
Para ellos no somos más que populacho al que se puede insultar y maltratar en aras de un beneficio mayor. Para ellos la máxima “El fin justifica los medios” es algo natural.
La frasecita de Felip Puig ha puesto al descubierto su miedo. El miedo de la casta política que ve temblar sus prebendas, sabedores como son de su absoluta incompetencia.
Solo nos queda esperar que se nos unan más y más intelectuales. A pesar de que en el futuro les pueda ir la vida en ello.
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