Acabo de leer este artículo y he de reconocer que comparto su contenido.
De un lado está el hecho de que el sistema es listo y poco a poco se encargará de infiltrar a indeseables que se dediquen a “romper” la cohesión de la gente y a incrementar la provocación para que todo “salte”, legitimando de ese modo futuras actuaciones policiales y el consecuente beneplácito de los simples.
De otro lado está la actuación de los medios, también propiedad del sistema, cuyas herramientas, los periodistas, publicarán o no en función de lo que ordene el amo; con la subsiguiente manipulación de la realidad.
Creo que antes de que todo esto ocurra sería bueno comportarse como lo haría un tumor. Me explico: si en el cuerpo se forma un tumor, por mucho que éste crezca, si se mantiene compacto en un solo lugar (Acampada Sol y otras) acostumbra a ser extirpable. No sucede lo mismo cuando esas células deciden extenderse, desplazarse por todo el cuerpo. Cuando un cáncer hace metástasis, no solamente es más difícil controlarlo sino que la mayoría de veces sale vencedor.
Por eso pienso que sería bueno, si continúa el deseo de protesta, descentralizarlo y extenderlo. Y no solo eso, creo que sería bueno buscar la implicación, aunque sea pasiva, de la gente: Colgar señales distintivas en los balcones (yo tengo colgado un pantalón viejo con los bolsillos por fuera), vestir y promover camisetas que lleven estampada la palabra “indignado”, plantear caceroladas a una hora determinada desde el balcón de casa, hablar con la gente: conocidos, amigos, sobre la necesidad de que se impliquen… cualquier tipo de presión que se nos ocurra a unos y a otros.
Como colofón de todo ello, una sencilla reunión de amigos en cada uno de los centros de acampada una vez por semana. Un «paseo silencioso» a “Sol” a “Catalunya” o las plazas de cada uno de los lugares donde los jóvenes tomaron conciencia para iniciar algo tan bello como esta protesta.
A mi modo de ver debemos comportarnos para el sistema igual que lo hace una metástasis: expandiéndonos de modo silencioso pero intentando romper la barrera de inconsciencia e indiferencia que aún socava las mentes de muchos de nuestros vecinos.
Esta es la humilde opinión de un cincuentón que hasta que estalló esta protesta había perdido la fe en el ser humano.
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