miércoles, noviembre 10, 2010

Visita del Papa a Barcelona 6

El sumo “ponti” llegó y ya se ha marchado. Como era de esperar ha montado un cirio de tres pares de cojones con ese trastorno bipolar que le caracteriza. De un lado llega el amigo y va de cabeza de la iglesia, al rato se convierte en jefe del estado Vaticano. De un lado se permite darnos clases morales y del otro se le rinden honores militares. ¿Cómo puede funcionarle bien el cerebro a ese tipo?
Su estancia no ha aportado nada nuevo. Gracias a su bipolaridad se ha permitido dar clases de moral barata y enfermiza a todo el mundo. Se ha permitido insultar a nuestros gobernantes cuestionando nuestras leyes. Se ha permitido, en suma, chulearnos desde esa doble potestad que tiene.
Ningún jefe de estado que viaje a otro país se permite insultar públicamente a los del país visitado. Solo él, con la desfachatez que caracteriza al catolicismo, tiene tamaña desvergüenza.
Pero si algo hay que decir en su favor, es que sigue siendo fiel a su obsesión. Por cosas que podría cuestionar, que las hay: La pobreza, las guerras periféricas, los desplazados, el hambre, el reparto de la riqueza, la ruina ecológica, la tortura indiscriminada, el maltrato a las mujeres, la pederastia... Él no, él sigue fiel a esa obsesión intrínseca al catolicismo EL SEXO: No folléis con condón, acabad con la homosexualidad y si os viola un batallón de serbios os aguantáis un poquito que lo mejor de todo es procrear. Maldito enfermo.
La única cosa positiva fue que se cumplió lo que yo esperaba y Barcelona se comportó con la dignidad que nos caracteriza, menos público del esperado. En ese aspecto hemos triunfado e imagino que se lo pensará la siguiente vez que venga a visitarnos. Seguro que entonces preferirá cualquier otra ciudad española más carpetovetónica que la mía y de ese modo nos ahorraremos un dinerito y el hecho de que pise la ciudad.

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