domingo, junio 27, 2010

Chollo Days (El día de los descuentos)

Hace un par de semanas, en una de esas cadenas de ropa estampada de diseño, pusieron en marcha lo que dieron en llamar “Chollo days”. Durante un fin de semana ponían a la venta su ropa a unos precios terriblemente atractivos.
No entraré en detalles sobre el valor de las cosas que venden. De todos es sabido que los precios están en función de lo que deseemos pagar por ellas y su valoración dista de ser real. Con toda probabilidad produzcan en paraísos baratos y a continuación hacen un incremento del precio hasta el punto en el que la gente no los compra. Después sencillamente se bajan a un nivel inferior y el público pagará ese precio por ellas. Facil.
Sí quería hacer hincapié, en cambio, en el cómo estaba montado el tinglado. Era del siguiente modo:
La tienda en cuestión era la de siempre, todo limpio, ordenado, luces y diseño; lo que puedes encontrar en cualquier tienda de este tipo de cualquiera de los miles de centros comerciales alienantes que pueblan nuestra geografía. Esos lugares que muchísima gente de a pie ha convertido en centros de ocio. Sigo: Una vez había paseado toda la tienda me encaminé al espacio destinado a los chollos. Imagino que era el almacén. Lo habían limpiado y vaciado, y en él habían puesto largas hileras de tablas sobre caballetes a modo de mesas, sobre ellas y bajo ellas había inmensas pilas de ropa amontonada o, como mucho, apiladas dentro de cajas de cartón. Alrededor de ellas cientos de personas, la mayoría mujeres, en un estado de semilocura, cogiendo las cosas que allí se encontraban. No había probadores, no había espejos, simplemente las pilas de ropa, mucha de ella tarada y manchada, y los más que posible clientes.
Que queréis que os diga. Me sentí tan estúpido en medio de toda aquella vorágine que me dio en pensar, esa cosa que me sucede tan a menudo. Me paré a mirar todo aquello y a preguntarme cosas: ¿Realmente somos tan estúpidos como para dejarnos tratar de forma tan clasista? Sí. ¿Es cierto que ante la palabra “Chollo” – o cualquiera de sus derivados – somos incapaces de discernir entre lo bueno y la morralla? Sí. ¿Nuestro afán consumista de marcas es tan absurdo que pagamos entre 10 y 49 € por restos de ropa que no saben que hacer con ella? Sí.
Lo peor de todo es que la mayoría de gente que allí había, pondría en grito en el cielo si tuviera que ir a comprar a un mercadillo en el que hay puestos regentados por personas de etnia gitana y con la ropa apilada en tablas sobre caballetes.
En realidad no nos interesa vestirnos, nos interesa llevar la simple etiqueta de una marca que nos identifique y nos integre dentro de un grupo social. Desgraciadamente no somos nada como individuos. Triste, muy triste.

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