Veinte mil visitas
ya. Gracias a todos los que lo habéis hecho posible manteniéndome, por ello, en
la alerta de haber de publicar.
Las primeras diez
mil costaron algo más de conseguir que éstas. Éstas han llegado en un periodo
de tiempo más corto.
En cambio cada vez
va costando más escribir. Sube mi nivel de exigencia y paso momentos de grandes
conflictos de identidad.
Lo primero es
obvio, a medida que se extraen y organizan palabras se va tomando consciencia
de que uno, como aprendiz, debe mejorar; algo que no puede saber quien no lo
intenta. Lo otro es distinto; ya dije en la anterior celebración, que este
cuaderno de bitácora había nació como un elemento curativo. Y si entonces era
totalmente heterodoxo creo que en algún momento habré de tomar partido y
centrarme en un tema concreto. Ya se verá.
Un agradecimiento
especial y personal al mismo visitante de la otra vez por su absoluta y
abnegada fidelidad. Si en aquella estaba en las cuatrocientas
cincuenta y ocho visitas; ahora ha llegado a las:
Que evidentemente
ha perdido fuelle, hasta el amor más tierno se pierde sino se alimenta la
brasita. Espero, a pesar de todo, que sigamos encontrándonos en este espacio
abierto a todas y a todos, por más que unas estén más abiertas que otras.
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