Hacía ya tiempo que cuando hablaba con amigos nos preguntábamos qué debía estar pasando en África para que no aparecieran las conocidas noticias de sus hambrunas anuales; la respuesta que nos dábamos era simple: “si eres negro y africano no existes, solo existen tus recursos” (aunque eso ahora ya es extrapolable a muchas más razas y continentes).
Pero parece ser que andábamos equivocados. Intermón Oxfam emitió ayer una nota de prensa en la que alertaba del desastre humano que viven 12 millones de personas debido a la sequía endémica que asola el cuerno de África.
Ahora cabe la posibilidad de que en algún noticiario del mediodía, mientras nos atiborramos más de lo necesario, aparezcan imágenes indignantes de niños esqueléticos y comidos por las moscas que nos agrien la comida. Entonces sucederá que las conciencias de algunos del Norte rico funcionarán en sentido inverso a su capacidad monetaria y se darán limosnas que nos limpien las conciencias. Todo ese dinero recaudado se canalizará a través de diferentes vías para que llegue mayoritariamente a los señores de la guerra que lo devolverán como pago de armas que les permitan proseguir las guerras endémicas que asolan esas tierras.
Todo quedará igual: Las corporaciones del Norte que generaron esa miseria y ese expolio se encargarán de enriquecerse un poquito más sin poner ni un euro sobre la mesa. Lo harán con el dinero de los de debajo de la pirámide que les sustenta y a costa de la sangre africana que tan pingües beneficios les reporta.
Lo que nadie nos cuenta (la base de la pirámide debe permanecer ciega, inculta y consumista) es que esa maravillosa tecnología móvil que tanto nos atrae está teñida de la sangre de los congoleños; que las estúpidas rosas de San Valentín que tan alegremente regalamos como falsa muestra de amor, se sustentan en la destrucción de pueblos enteros de Kenya (el cuerno de África del que hablábamos al principio); que vestir las lindas ropas de Benetton, por poner un ejemplo, llevarán al genocidio de toda una etnia en Argentina; que vestir las carísimas ropas de Nike, Adidas y otras, enriquecen hasta la indecencia a unos pocos deportistas de élite, mientras al otro lado del mundo, mano de obra esclava es llevada en barcos-taller hasta aguas internacionales, fuera de toda ley, para manufacturarla… y así podríamos seguir amontonando palabras.
Al final lo que queda claro es que unos pocos, muy pocos, seguirán generando las miserias y se enriquecerán hasta la inmoralidad con ellas; una cantidad algo mayor, nosotros, pobres imbéciles, participaremos de forma activa consumiendo estúpidamente e hipotecándonos cada vez más, incapaces de escapar del espejismo del consumo, del “tener” para “ser” (la gran mentira occidental que nos venden) y una ingente cantidad de seres humanos, carne de cañón prescindible, seguirán muriendo sin importarle a nadie salvo al vacío de noticias con las que llenar los telediarios.
2 comentarios:
Una triste realidad que no cambia por muchas ONGs que sigan creándose... Y nosotros seguiremos igual: leémos algo así, nos decimos que tenemos que cambiar... y luego no hacemos nada. Somos así de...
Pero el cambio es posible. Hemos de empezar por ser conscientes de las cosas que suceden y explicarlas a los que aún están ciegos. Depués reducir nuestro consumo que solo enriquece a cuatro grandes corporaciones. Debemos intentar "tener" menos para "ser" más y que las posibilidades de futuro para nuestros hijos, ahora muy inciertas, mejoren.
De no hacerlo así terminaremos siendo África.
Publicar un comentario