Un refrán africano dice: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños y haciendo pequeñas cosas puede cambiar el mundo”.
Este refrán, que viene de un continente olvidado llamado África, sintetiza, a mi modo de ver, lo que debe ser la razón primera y última del movimiento de los “Indignados”.
Pienso que todos deberíamos dejar de lado esa intención que se incrementa día a día de hacer Política fuera de la Política. No es esa nuestra tarea ahora.
Lo que empezó como un murmullo y debía terminar en clamor puede que muera sin haber llegado a susurro. Si eso sucede, los únicos culpables habremos sido los propios integrantes. Y no os engañéis, eso es lo que están esperando los de arriba, que nos dividamos entre rencillas internas sobre cómo hacer o no hacer, si marchar o quedarse; si pedir la autodeterminación o la modificación de la ley electoral.
Démonos cuenta de que no estamos haciendo la carta a los Reyes Magos, estamos exigiendo que los Reyes Magos cambien. Porque eso es lo urgente, todo lo demás, por ahora, solo es importante y puede esperar.
Da igual centralizar o no. Da igual pedir la Luna, porque solo podremos exigir, que no pedir, cuando realmente sientan miedo. Y solo sentirán miedo cuando un día, un solo día a la semana, de cada una de las semanas; desde cada uno de los barrios de cada una de las ciudades, una multitud de ciudadanos se haya quitado la venda de los ojos y marche hacia las plazas a gritar “NO. ¡ESTAMOS INDIGNADOS! ”.
Para llegar a eso, nuestro trabajo, nuestro deber, es hacérselo ver a los simples que aún no saben con quien se la juegan. La tarea urgente es extender la protesta en un intento de que más y más compañeros se quiten la venda de los ojos. Y ese trabajo debemos hacerlo con las herramientas que tenemos a nuestra disposición: Internet y las marchas pacíficas.
Sumar o morir.
Creo que si no damos pasos en esa línea terminaremos olvidados y realmente nos habremos convertido en una “anécdota en la Historia”.
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