viernes, mayo 20, 2011

Merkel dice que trabajamos menos que los alemanes.

La Merkel se pone dura con el tema de las vacaciones y jubilaciones. Parece ser que ha comparado Alemania con España y no le gusta lo que ve. Parece ser que aún jubilándonos igual, en España hay más prejubilaciones (yo le llamo “pasaste de los 50 y no nos sirves para una mierda”). Además comenta que “no se puede tener una divisa común y que unos tengan muchas vacaciones y otros muy pocas”.
Le doy toda la razón a la señora Merkel. Pero como pienso que sus razones son de peso creo que ese sistema igualitario deberíamos extenderlo a todos los niveles.
¿Por qué hemos de detenernos solo en las vacaciones, la jubilación, los precios del cordel de esparto o el tamaño de los condones que usamos? No. Seamos justos y llevemos el tema un poco más allá. Acerquémonos a otro lugar común. Por ejemplo los salarios de la clase trabajadora.
La media de sueldo en Alemania es de 40000 €. La media de sueldos en España es de unos vergonzosos 22000 €.
Igualémonos todos. Hagámoslo, pero de verdad. Cobremos todos esos 40000 € de media. Y si para ello hemos de esforzarnos, que sepan que aquí estamos dispuestos a trabajar las mismas horas que los alemanes ya que si algo distingue al español es la capacidad de sacrificio, y si hay que trabajar las 1389 horas anuales de los alemanes en vez de las 1650 que hacemos ahora, afrontaremos el sacrificio. Todo por una Europa igualitaria y ecuánime en todos los aspectos. Si lo hacen de ese modo les garantizo incluso que aprenderemos alemán y amaremos a Wagner.
Que no se conforme Alemania con venir a comprar nuestras costas y nuestras islas en detrimento de los que habitamos aquí. Vengan y llévense a todos los empresarios españoles de mierda, esos que solo viven del pelotazo y del “pan para hoy y hambre para mañana”. También se los cambiamos por otros que sepan volvernos productivos, que nos hagan ir a trabajar con ilusión.
Si es por igualdad, renuncio a este país de filibusteros y me adhiero a la Alemania de Merkel, Beethoven, Goethe y los nibelungos. Pero eso sí, igualdad total.

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