El Barça ganó ayer su cuarto título de la Champions. Se vio uno de los mejores partidos que podían verse y ambos equipos se entregaron a dar un espectáculo de profesionalidad futbolística. Bla, bla, bla… Todo lo que podamos decir de ese maravilloso partido se queda corto al lado de lo que, para mi, tuvo mérito de verdad.
Expliquemos un poco el escenario:
Todo el mundo sabe que históricamente el Barça celebra sus éxitos en la fuente de canaletas (a pocos metros de plaza Catalunya).
Todo el mundo sabe que alrededor de cualquier evento hermoso, festivo y popular; aparecen especímenes (no me atrevo a llamarles personas) pagados vete a saber por quién para reventarlos, usando consignas que sus cerebros no entenderán nunca y cuya finalidad es ensuciar lo que de limpio pueda haber en ellos.
El movimiento “indignados” se encuentra ubicado, precisamente, en dicha plaza.
Ahora que tenemos el escenario resumamos el hecho:
El grupo de “indignados”, que a pesar de la endémica estupidez del entorno social siguen allí contra viento y marea, dio una lección de civismo al mantener a ralla ellos solos a todos esos energúmenos, dándole un bofetón moral al señor “conseller de interior” y sus vergonzosos intentos de destruir por la fuerza el movimiento espontáneo de un pueblo, de unas gentes que están hartas de ser manipuladas.
Vaya por todos ellos mi aplauso y mi respeto.
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