Como no todo van a ser noticias de mierda aparece una buena: Ha sido detenido Ratko Mladic. Uno de esos hijos de la gran puta que, de tanto en tanto, aparecen por el planeta y que fue brazo ejecutor de limpiezas étnicas en la antigua Yugoslavia. Al igual que les sucede al resto de criaturas de su calaña, su estado de salud se veía “bastante malo” (Sic) al detenerle. Y es que cuando les quitas sus armas, sus uniformes y su prepotencia, esos individuos enferman rápidamente de “cagalera del miedo”, de “acojone de ser una mierda de tipos”. ¿Dónde está ahora aquel general altivo y prepotente que decidía las violaciones en masa, los asesinatos en masa? No os engañéis, sigue residiendo en él pero solapado bajo la piel de cordero.
Ahora habrá que extraditarlo a la Haya. Habrá que ponerlo frente al Tribunal Penal Internacional y habrá que juzgarlo. Solo nos queda esperar a ver en qué termina la historia y cual es la sentencia para que podamos evitar que proliferen muchos como él.
Porque, no nos engañemos, estamos rodeados de individuos como Mladic, energúmenos que solo esperan a que la situación les sea propicia para llevar a cabo todas las indignidades que se les ocurran. En el siglo pasado algunos como Stalin, Hitler, Mao, Pol Poth, Pinochet, Videla, Idi Amin, Bush (padre e hijo), Blair, Franco, Aznar o el mismo Mladic ya pusieron el listón muy alto; pero como decía Woody Allen, en referencia al genocidio judío, “las estadísticas están para ser superadas”.
No debemos dejarnos engañar por vivir en remansos de paz dentro de esta Europa, cuna de la civilización. Yugoslavia también era un lugar donde la gente vivía feliz y en paz y mira en como terminaron. Cómo saber que en un lugar tan mediterráneo como la península Ibérica no aparece algún día una situación propicia para efectuar limpiezas étnicas en algunas de sus autonomías.
Todo puede suceder. Hasta lo más inverosímil. Por eso habrá que esperar a ver la sentencia contra Mladic. Lo que no podemos dejar de pensar es en el hecho de que su detención ya es, en sí misma, una buena noticia y hemos de alegrarnos por ello.
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