A Teo Verdún le encantaba escribir. Había probado con los relatos breves, cosechando un cierto éxito y con la novela, recogiendo un sonoro fracaso. Jamás probó ni la poesía ni el ensayo, no le atraían.
La debilidad real de Teo, la mayor de todas, era escribir guiones cinematográficos. Era lo que en realidad le gustaba. Pero con ellos siempre tenía el mismo problema: cada vez que escribía uno le salía “Lo que el viento se llevó”. Cosa sumamente extraña si pensamos que era la película que más detestaba de toda la Historia del Cine.
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