lunes, noviembre 15, 2010

Desagradecimientos

Como decíroslo. Hasta el amor cansa. Cuando es obsesivo, perseguidor, excluyente y enfermizo llega al hartazgo. Me refiero a ese amor que venía a visitarme a través de este humilde blog y al cual le agradecí su fidelidad y entrega en otro tiempo.
Al principio hacía gracia, casi risa. Más tarde incluso llegué a la preocupación por la posibilidad de que pudiera meterse en problemas, no olvidéis que se conecta en horario laboral y eso merma, y mucho, el potencial productivo de cualquiera. Pero es que ahora ya se ha vuelto pesado como mercurio.
Santana y Mclaughlin publicaron hace años un disco titulado “Love, Devotion & Surrended” Un título que englobaba tres grandes palabras:

- Amor: Algo necesario para vivir feliz. Una de las cosas que te pudren por dentro si careces de él. Amor por la vida, las flores, los amigos, las amigas, los amantes, las amantes. El bien más preciado junto con la libertad.
- Entrega: Una de las herramientas básicas del amor. El altruismo que nos fuerza a regalarnos a aquellos que amamos con la sencillez con la que respiramos.
- Devoción: Ese era, y creo que es en este caso que contemplo ahora, el problema grave. La palabra engañosa dentro del conjunto. Porque si la entrega es una herramienta positiva, partícipe del montaje de ese precioso andamio llamado amor, la devoción es una herramienta destructiva. Lo es porque la devoción pide subyugación dándola. Convierte al ser amado y admirado en un ídolo que, como todos, deberá caer.

Eso será lo que mi admirador secreto no entiende. Quizá esta sea la razón de esa búsqueda insaciable y enfermiza sobre el objeto de su devoción. No habrá entendido que el amor es iconoclasta y libertario. Se regala y punto, sin pedir contraprestación alguna.
Los seres que no conocen el verdadero significado de las cosas, que no son capaces de sentirlas es evidente que recogerán tempestades, pues no siembran sino vientos.
Solo se puede ser devoto con la fe, y la fe es uno de los sentimientos más enfermizos que pueden sentirse. Porque aún siendo un acto irracional como lo es el amor, ella es destructiva pues persigue sueños y no realidades.
Dije al principio que he llegado al hartazgo. Tal vez más y todo; a la más pura y vívida nausea. A eso, y a que sus conexiones me joden la estadística de visitantes diarios ¡Coño!

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