Fuente fotográfica Marcello Scotti http://
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Señores y señoras
de los cuerpos de seguridad del estado español,
Sin afán de extralimitarme, me gustaría dedicarles unas palabras a
modo de epístola. En ellas desearía expresar una serie de sensaciones que me
embargan por lo sutil de su trabajo, a lo que hay que añadir su última imagen
pública de "vándalos con brazalete". Quiero expresar también que ni les conozco, ni les reconozco, ni
desearía conocerles bajo ningún concepto. Considero, no obstante, que alguien
debe romper una lanza en defensa de la dificultad que entraña su tarea. Voy a
ello.
No querría estar en
la piel de sus parejas ¿Saben? Ni en la de sus hijos e hijas. Esto es así
porque si extrapolo esta imagen a lo que imagino que pueda ser su vida privada,
me siguen dando miedo. Un miedo que no desaparece ni se esconde sino que está
ahí, por delante incluso de sus rostros escondidos, un miedo que, será por
miedo, veo que viene de sus miradas y su porte chulesco. Esa sensación es la
que me lleva a pensar que sus familias también deben temerles. Y me las imagino
inmersas en un síndrome de Estocolmo; viviendo entre el miedo, la resignación o
incluso la admiración, lo mismo que la familia de Juan Antonio Azic.
Que tristeza. Para colmo, lo suyo tiene mala solución, porque mirando estas fotografías una y otra vez e intentando ponerme en su piel, a lo más que he llegado
es a deducir que ustedes han de ser o psicópatas, con lo que están en su salsa,
o fanáticos, con lo que mientras no cambie la tortilla están como cerdos hozando en el fango.
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Igual mis palabras
pueden parecerles muy duras. Igual alguno de ustedes o alguien con más cultura
y conocimiento de causa que yo puede darme el toque y hacerme ver que no, que son tan normales como doña Paquita, la vecina del séptimo; que ustedes
cumplen órdenes, que ustedes están sujetos a aquello de la “obediencia debida”,
que ustedes han de cobrar su salario a final de mes... Pero ¿Saben qué les digo?
Que si esto es así, si resulta que también son “ciudadanos”, es que son dignos
de la más profunda lástima.
Fuente fotográfica Marcello Scotti http://
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Porque entonces me
asaltan una serie de preguntas:
¿Tendrán amigos? O
solo compañeros con lo que exista la certeza de que no van a ser los receptores
de sus golpes.
¿Qué les contarán a
sus parejas cuando les pregunten qué han hecho en el trabajo”? Imagino que
deberán escudarse en mentiras y en incómodos silencios para que ellas o él no
sepan con quien follan los sábados.
¿Sabrán sus vecinos
cual es su “oficio? Imagino que no, que será algo que esconderán; no tanto por
miedo a represalias sino por la vergüenza, por el miedo a ser apartados
socialmente, para que nadie les señale con el dedo y diga en voz alta: “Tú
fuiste uno de los que pegó a mi hijo”
Y con todo, eso no
será lo peor. Lo peor vendrá cuando sus hijos tengan una edad en la que les
necesiten como referente y les pregunten ¿Tú de qué trabajas, papá? ¿Tú qué
haces en el trabajo? Y deban contarles una sarta de mentiras porque si les
cuentan la verdad la siguiente e inevitable pregunta de sus hijos será: ¿Y Por
qué haces eso papá?
Entonces se
quedarán mudos. Pues cómo contarles que la gente a la que reprimen intenta
defender los derechos de esa criatura y también los suyos, a pesar de los
golpes. Cómo hacerle entender a su descendencia que los golpes que dan están
ordenados por aquellos para los que ustedes no son nada; una nada que cobra,
además, una mierda de sueldo. Y habrá una edad en la que esos hijos, caso de
que no les teman, se les reirán en la cara y les responsabilizarán de su presente.
Presente del que ustedes habrán formado parte. De nuevo, que tristeza.
Fuente fotográfica Marcello Scotti http://
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Y con todo, tampoco
esto será lo peor. Porque ¿Qué sucederá cuando esos gobernantes a los que
ustedes protegen y defienden modifiquen las leyes para protegerse más de los
ciudadanos? Cuando deban golpear más fuerte, cuando se dé la orden se abrir
fuego sobre sus vecinos, cuando algún conseller, con los huevos hinchados, diga
que hay que utilizar cualquier método en los interrogatorios, cuando las leyes
ya permitan que desaparezca la gente, que se pueda torturar a un vecino en aras
de un bien mayor… En qué se habrán convertido ustedes, qué clase de monstruosas
pesadillas les vendrán a visitar por las noches. Y no digan que no llegarán
ahí, al igual que nosotros, también ustedes se comportan como “ranas hervidas”.
Me despido con una
frase de Henry Thoreau que puede hacerles pensar mientras intentan conciliar el
sueño: “Es más deseable cultivar el respeto al
bien que el respeto a la ley”
1 comentario:
Que tengamos que pagar el sueldo a tipos así?
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