Parecía que no iba
a llegar nunca y ya está aquí. Apenas quedan cinco días para que asistamos a un
evento que puede ser histórico.
“¡Histórico! ¿No
crees que exageras un poco?”. Escucho que comenta una de mis Musas detrás de mí.
Pues sí, esa es mi
sensación y la unos pocos como yo.
Lo primero que
denota la importancia del #15O (cuyo germen fue y es el #15M) es la poca o nula
importancia y seguimiento que le dan los medios de información lacayos del
sistema. Eso ya esconde miedo.
También se nota la
importancia del #19O cuando se ven acciones de absurda fuerza. Como cuando los Mossos asaltan los juzgados para detener a los
activistas que se estaban personando. Eso, amigos míos, se llama miedo. Y que mejor modo de camuflarlo
que disfrazarlo de “fuerza bruta”.
Otro ejemplo claro
del miedo que se intenta esconder:
cuando a la presidenta de la comunidad de Madrid se le escapó (aunque yo lo
dude) que ella ve en el 15-M el germen de golpes de Estado
Y es evidente que
esconden miedo actuaciones como modificar
la Constitución a prisa y corriendo escondiéndose de todos. Dificultando cada
vez más la aparición en el espectro político de partidos que puedan romper el “buen
rollo” imperante entre los ya aposentados. Sí, compañeros, todo son miedos por
parte de esa, llamémosle, “democracia oficial”.
Aunque es normal
que así sea. Se está enfrentando a un movimiento ciudadano que, en palabras del
filósofo Michael Hardt
surgió con “rechazo a tener miedo”. Nació desde el
descontento y una total ausencia de futuro. Un punto en el que lo único que
queda en juego es la Dignidad y ya no se teme a nada.
Pero no nos equivoquemos, debemos
tener miedo. Nuestro movimiento de indignación no puede dormirse en los
laureles y andar con chulería; como si todo estuviera hecho de antemano. Debemos tener
claro, a partir de ya mismo, que nuestro principal enemigo somos nosotros
mismos.
Si tras el #15O nos
dormimos de nuevo en los laureles, perdiéndonos entre miles de comisiones y
subcomisiones, saliendo a la calle un día sí y otro también por mil causas distintas
y de modo disperso; perderemos lo que para mí es prioritario: dar miedo. Porque solo nos temerán si
salimos un sábado de cada mes a inundar las ciudades en tono festivo y pacífico
para que más y más gente despierte de su letargo; si un día de cada semana
inundamos cada pueblo y cada ciudad con el sonido de las cacerolas para que más
gente venza la estupidez; si promovemos un único símbolo que colgar en nuestros
balcones y ventanas (yo propuse unos pantalones viejos con los bolsillos por
fuera) para que los vecinos pregunten y les podamos explicar.
Ya dije al principio
que era un idealista y mis palabras lo confirman. A pesar de ello tengo una
teoría muy tonta: (no sé que porcentaje de policía se necesita para disolver
manifestaciones; pero pensemos en un 5%). Para mil manifestantes se necesitan
50 policías. Para cien mil se necesitarán… y para quinientos mil… y para un
millón…
Solo la Unidad y la
Cantidad nos hará fuertes; y solo esa fuerza generará miedo; y solo a través de
ese miedo el Sistema se verá obligado a cambiar.
Si no lo hacemos así,
si empezamos de nuevo a hacer la
carta a los reyes magos, estaremos perdidos. No olvidemos que ellos ya
se están preparando para ello.
Ahora
pensemos en el sábado, amigos... Mañana será otro día.
1 comentario:
¡Guau! Aplaudo tu forma de escribir y de expresarte. Parece que te gusta la comunicación y se te da bastante bien ;) Un buen blog! Te dejo el mio:
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