Llego tarde, lo sé.
Pero pensé que mucha gente escribiría sobre el evento y que cualquier cosa que
pudiera decir yo no iba a aportar nada nuevo.
Decidí confirmar
mis sospechas y buscando información del evento de 15 de octubre, encontré un
artículo del país en el que Zygmunt Baumanresume que “El
15-M es emocional y le falta pensamiento”. En dicho artículo dice verdades
como puños, cierto. Una de ellas es: “si
la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir
nada”. Más abajo dice: “El movimiento crece y crece pero lo hace a
través de la emoción, le falta pensamiento y sin pensamiento, no se llega a
ninguna parte”. Y termina apuntando un temor: “que tal arrebato acabe también, finalmente, en nada”.
Sinceramente, al terminar de
leerlo me sentí mal, como si todo el esfuerzo y toda la ilusión que estamos
poniendo no sirviera de nada. Pero también me animó a buscar aspectos positivos
y con ellos me animé a escribir estos párrafos.
A mi modo de ver, y a pesar de
las sabias palabras del señor Bauman, creo que debemos tener en cuenta otra
cosa: el 15-M continúa generando miedo a las clases dirigentes. Algo que se ve
fácilmente cuando alguien como Aznar nos califica como "extrema
izquierda marginal antisistema" o cuando un medio como ABC se desayuna
con una portada como esta.
Mirad, para mi, la
síntesis de todo estriba en algo muy simple: Cuando un pequeño grupo humano
aposentado en su jaula de oro (llamadle Mercado o cualquier otro nombre) decide
la suerte del resto de los más de 6000 millones de humanos, no es ético
quedarse cruzado de brazos.
“Tenemos la
fuerza de la razón”
Y esa razón es la que
permitió a un grupo de jóvenes sin nada que perder, salvo el miedo, a perderlo
y a salir a la calle el 15 de mayo a pasear su indignación.
Y fue la razón de
esos jóvenes la que levantó de sus cómodos sillones a millares de personas como
yo (no me escondo): gente madura y desencantada que todo lo daba por perdido; y
nos hizo apuntarnos también al carro de la indignación.
Y fue esa razón la
que desembocó en las multitudinarias manifestaciones del 19 de junio, cuando el
país entero tomó parte. Haciéndolo además de forma pacífica y festiva. Saliendo
a la calle a decir que “NO” que queremos que se cuente con nosotros y no ser
contados solo en las urnas.
Después, tras un
verano en que parecía que habíamos desaparecido, sin ningún apoyo de los
medios, sin apenas apoyos de los que se dicen pertenecer al mundo de la cultura,
las ciencias y el Arte (salvo casos contados que todos conocemos), con trabas
de todo tipo; el virus de la indignación se propagó, generando algo que, a
pesar de que nos lo quieran esconder y escamotear, es histórico:
Una manifestación pacífica y de ámbito mundial a una
hora convenida.
24 horas de manifestaciones continuas en todo el
planeta
en más de 80 países
y en alrededor de 1000 ciudades.
Que tontería tan maravillosa ¿Verdad?
Lo que va a suceder
el 20N ya es un hecho. La ignorancia en la que se sustenta la riqueza de esta
triste España votará en masa al PP, la dinastía borbónica se reirá de todos
nosotros una vez más, la Iglesia sentirá a Dios más cerca cuando se deroguen
leyes que le son ingratas y el próximo año seremos rescatados, como Grecia.
Pero lo que nadie
ha escrito todavía es lo que podemos seguir haciendo nosotros, los ciudadanos prescindibles del mundo.
¿Pararnos? ¿Conformarnos? ¿Agachar la cabeza y decir “si bwana” porque no
tenemos ninguna cabeza política visible que nos represente? Pienso que no y no
quiero darle la razón a Zygmunt Bauman.
Creo, por el
contrario, que si en cinco meses (de mayo a octubre) se ha pasado de “cuatro
perroflautas” a movilizar 1000 ciudades, ¿Qué puede pasar en cinco meses más?
Debemos seguir saliendo
a pasear nuestra indignación a la calle. Es nuestra obligación preparar otra
manifestación para mediados de noviembre y diciembre y enero y meses sucesivos…
Debemos demostrar realmente
que somos legión. Somos el 99% sobrante pero sobre el que se sustenta todo un
sistema económico enfermizo y parásito que no
puede prescindir ni de nuestra producción ni de nuestro consumo. Debemos
hacernos ver y querer, no nos engañemos. Si no nos detenemos llegará un momento
en el que se nos buscara y seremos objeto de deseo. Por otro lado ¿Qué más
podemos perder si ya nos están quitando hasta la dignidad?
Querría terminar con
una propuesta que considero importante: Es necesario reducir nuestra carta
a los reyes Magos. Intentar, a través de blogs, webs o el método que sea; que
las peticiones mundiales no superen un máximo de cinco. En la unificación de
criterios estará nuestro éxito. Si de cada garganta sale un grito diferente
nuestro enemigo común sabrá que ha ganado la batalla de antemano. Si de las
gargantas de millones de personas de 1000 ciudades distintas salen las mismas
voces se incrementará el miedo.
No olvidemos que la
mejor herramienta de la que han dispuesto siempre las clases dominantes es la
división. Dejemos de dividir.
Sumemos.
O mejor,
multipliquemos o potenciemos…
¿No era un sueño?
Soñemos.
Soñemos
hasta que seamos su pesadilla o un cambio de paradigma.
1 comentario:
De acuerdo con lo que expones. 15M ha conseguido devolver la ilusión y pensar que un mundo mejor es posible.
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